martes, 17 de agosto de 2010

Un cuidado tierno y amoroso


Antes fuimos tiernos entre vosotros,
como la nodriza que cuida con ternura
a sus propios hijos.

1 Tesalonisenses 2-7.


Todo corazón humano desea la ternura. Fuimos creados para el amor: no sólo para amar sino también para ser amados.


Bien recuerdo el tiempo en que estábamos tratando de establecer una arboleda uniforme de pacana. Uno de los árboles se quebró debajo del injerto y empezó a crecer en una raíz que no había sido injertada. Entonces, enjerté otro brote en la raíz principal. Un día, mientras yo estaba fumigando los árboles, noté que este brote se había arraigado y que estaba creciendo. Tenía un tallo muy tierno, de unos quince centímetros de alto. Me sentí muy bien por los resultados y empecé a podar los otros brotes innecesarios alrededor. Ya cuando iba a subir al tractor, accidentalmente golpeé el brote y lo rompí. Yo, como labrador del huerto, debí haber sido más cuidadoso con ese brote tan pequeño y tierno para que, en el futuro hubiera podido haber crecido y producido fruto.

Hay muchas personas que necesitan la ternura en maneras especiales. No sabemos qué carga pesada puedan estar llevando los que nos rodean. Algunos d las personas con las que a diario tratamos podrán tener heridas ocultas en sus corazones. No todo pesar lleva consigo el traje externo del lloro y, a veces, los rostros sonrientes ocultan un peso en el corazón.
La ternura, mostrada de manera sincera, nunca está equivocada; será oportuna y bien recibida. No le hará daño a nadie y librará a muchos de la desesperación.

Lloyd Swartzentruber,
Montezuma, GA

No hay comentarios:

Publicar un comentario